lunes, 14 de febrero de 2011

Libertad condicional

A veces desearía bajar a la calle, a altas horas de la madrugada, y pasear, sola.
Quizás mejor aún si allá afuera me esperara un campo abierto, kilómetros de tierra, millones de estrellas, eternos silencios, y un horizonte tan extenso como el mismísimo océano.
Desearía respirar hondo y notar esa bendita soledad, que en algunos momentos todos necesitamos…
No tener hora de llegada al punto de partida, no reconocer responsabilidades ni ataduras, no sentir que debo volver.
Expulsar vaho al respirar, debido a un frío polar que me helara los huesos, y abrazarme a mí misma para protegerme, o al contrario, poder desnudarme allí mismo y notar mi piel de gallina al sentir un tremendo calor, altas temperaturas.
Si me permito pedir más, la noche es más acogedora, me gusta esa negrura aplastante, iluminada por la luna, por qué no.
A veces me siento en mi cárcel y envidio a todo aquel que pueda disfrutar de aquello que ahora mismo mi imaginación inventa.
Huir a alguno de esos paisajes sería una buena experiencia, y proponerse algo así es más que tentador.

Por suerte :)

Por suerte, todavía quedan de esas.
Todavía quedan de esas personas que sonríen contra viento y marea, y que te lo contagian constantemente, de esas que da gusto escuchar, que cambian tu mal humor o alzan tu ánimo, todavía por suerte puedes acabar el día de manera muy distinta a como la empezaste gracias a ellas, no es fácil encontrar personas que den lo mejor de sí mismos para ver como lo disfrutas, ni es común poder ver la más bonita de las sonrisas dedicada solo a tí. Por suerte, aún sabiendo que ya no soy una niña, puedo serlo de vez en cuando, y reirme a carcajadas, caerme al suelo en cualquier parte, y decir estupideces, e inventar mil y una chorradas sin sentido que solo dos estúpidos entenderían. Pues, qué suerte que ese ángel está ahí, cuidando de que yo esté.

sábado, 22 de enero de 2011

escribir

No se debe escribir cuando no se tiene nada que decir, cuando no se tiene la necesidad de expresar algo, jamás se debe forzar, ni obligarse a plasmar ideas que no salen del todo de dentro...
Pero, y cuando salen, ¿por qué olvidarlos? ¿Por qué no dejar constancia de ellos?
A veces las personas no necesitamos hablar, ni escuchar, ni contar a nadie ninguno de nuestros pensamientos, a veces solo basta con coger un papel, y hasta que te duela la muñeca expulsar todo lo que pasa por tu cabeza, o ver como van apareciendo en el fondo blanco de una pantalla de ordenador.
Parece absurdo, y es que a veces las mismas personas lo somos, pero es una bonita sensación, es como si estuvieras transmitiendo eso que escribes a alguien en ese preciso momento, tienes la sensación de ello, y la seguridad a la vez de que no es así en realidad, porque en ocasiones no queremos que así sea…

Hay noches en especial, que me pasaría horas escribiendo palabras sin sentido, separadas con comas, quizás pequeñas frases, sin coherencia ni orden alguno, como todo lo que pasa por nuestras mentes, solo esas palabras que salen en el mismo instante, recordando momentos del día, de ti mismo, de tu vida.
A los que crean que escribir no sirve de nada, que se conforman leyendo las palabras de otros y no se atreven a lanzar de vez en cuando unas pocas suyas, o los que se arrepienten nada más haberlas escrito y las destruyen.
Esta es la mejor terapia para uno mismo, sin duda, de las más especiales.

lunes, 11 de octubre de 2010

HOY


Puedo decirlo bien alto, hoy me adoro.
Hoy si bailo es mejor que nadie, hoy si escucho música es la mejor creada, si me maquillo es con las mejores manos, y en el espejo veo a la mejor de las mejores.
Hoy si canto me sueno bien, y si me visto fatal no pasa nada, hoy si camino rompo el propio suelo, y si hablo son verdades como templos.
Hoy si me acuesto no me duermo, no se debe consentir tal desaprovecho, si me levanto es de un salto, y no vuelvo, pues no, hoy no tengo sueño.
Hoy no conozco la palabra miedo, hoy no quiero inseguridades, yo misma sé que con mi ayer, ya tuve bastante.
Hoy de nuevo me adoro, hoy no tengo suficiente.
Hoy pido más de lo que merezco, y me revelo contra todo y contra todos.
Hoy es mi día, y a nadie más le pertenece.
Hoy mi ego sobrepasa los límites de lo permitido, hoy solo me doy por satisfecha con tenerlo todo. Hoy seré insufrible conmigo misma, egoísta, narcisista.
Ese Hoy se manifiesta en sueños, y esa “yo”, nunca existe ni existió.

domingo, 10 de octubre de 2010

apagón

No hace falta que diga nada, de nuevo ha llegado más tarde de lo normal.
“Me pidieron el favor y…”
Hace rato que apagué el libro que leo todas las noches, y cerré la luz de nuestro cuarto, ya no sé ni lo que digo.
Volví a preparar comida de más, volví a decorar mi cuerpo, por si alguien quería ya no solo contemplarlo, sino venerarlo.
De nuevo me até unas horas al teléfono, aunque no con quien desearía, odio volver tan pronto a casa, esta soledad.
Noto cómo el lado derecho del colchón se hunde, aunque solo noto la presencia, porque desde ese momento, no se sabe más.
Paso por alto mi propia expresión, suerte que “cerré” la luz, de ser de otra manera, me vería en el espejo de enfrente a mí misma, con los carrillos empapados, y ya se suman casi mil noches.
No destacaré los detalles de sus explicaciones anteriores, otros días, hace mucho tiempo. A menudo sabía que su compañero se encontraba de vacaciones, o de baja, y sin embargo, parecía ser la causa de sus retrasos, qué descaro.
Paso minutos, algunas veces horas con los ojos abiertos como platos, solo veo el reflejo de su contorno, la pesadez de su silueta.
Odio esos momentos, la noche se había convertido en mi peor enemigo.
Y qué triste era aquello, cuantísimos amantes desearían poder gozar de noches sin final, y él me tenía justo a su lado, y lo peor no es que no valorara mi cuerpo, tampoco a la mujer que lo poseía.
Pudieron pasar mil, pero creo que ni una más.
Ya apagué mis ojos esa noche, y ya preparada, cerré mi maleta bajo esa estúpida cama…

sábado, 9 de octubre de 2010

imagina


Pensar que él esperaría dentro era un aliciente, un aliciente extremadamente excitante.
Podía quitar el hipo a cualquiera, y ella sabía que sería para ella… como si solo fuese a ocurrir esa vez.
No hacía falta hablar, mirarse fue suficiente, lo demás ya vino solo.
Obviamente ya se había despojado de todo aquello que no la dejara ver ni actuar, por dentro y por fuera, sentía ese impulso casi primitivo.
Como era de esperar, no hizo falta más.
Hacía tiempo que todo lo relacionado con él se había vuelto intensamente erótico, aunque solo se tratase de algo que él había tocado, o lugares donde él había estado, todo ello hacía despertar en ella algo mucho más que deseo, y estaba dispuesta a demostrarlo.
Pronto se encontró posando las manos en los cristales, el agua caía suavemente, y se había olvidado todo lo demás, ciertamente, así era.
El sumidero no realizaba bien su función, creándose una balsa que además de espuma, podría jurar que lo saturaba también la propia situación, repleta de pasión, impulsos, sumisión, agotamiento, deseo de más, y más, y más.
Ayudaba a guiar sus manos, y escuchaba como él aceptaba esto. Le encantaba.
No se podría decir más, o sí, claro que sí, pero es mejor que no se plasme, solo de pensarlo...

viernes, 8 de octubre de 2010

moñosidad

De repente se había dado cuenta.
Segundos después de haber escuchado, minutos después de haber colgado el teléfono y horas después de haberse estado acordando de ella.
No quería aquello, de eso estaba seguro.
Echaría de menos esa mirada, echaría en falta esa voz, recordaría a todas horas su presencia, sus abrazos o cualquier muestra de cariño de la que ya había disfrutado, que eran muchas, y que habían creado una irracional adicción.
Era especial, no existía algo más verdadero, y no existía algo más inútil, porque ya, ya daba igual, aunque no dejaría que fuera así, no, no.