sábado, 22 de enero de 2011

escribir

No se debe escribir cuando no se tiene nada que decir, cuando no se tiene la necesidad de expresar algo, jamás se debe forzar, ni obligarse a plasmar ideas que no salen del todo de dentro...
Pero, y cuando salen, ¿por qué olvidarlos? ¿Por qué no dejar constancia de ellos?
A veces las personas no necesitamos hablar, ni escuchar, ni contar a nadie ninguno de nuestros pensamientos, a veces solo basta con coger un papel, y hasta que te duela la muñeca expulsar todo lo que pasa por tu cabeza, o ver como van apareciendo en el fondo blanco de una pantalla de ordenador.
Parece absurdo, y es que a veces las mismas personas lo somos, pero es una bonita sensación, es como si estuvieras transmitiendo eso que escribes a alguien en ese preciso momento, tienes la sensación de ello, y la seguridad a la vez de que no es así en realidad, porque en ocasiones no queremos que así sea…

Hay noches en especial, que me pasaría horas escribiendo palabras sin sentido, separadas con comas, quizás pequeñas frases, sin coherencia ni orden alguno, como todo lo que pasa por nuestras mentes, solo esas palabras que salen en el mismo instante, recordando momentos del día, de ti mismo, de tu vida.
A los que crean que escribir no sirve de nada, que se conforman leyendo las palabras de otros y no se atreven a lanzar de vez en cuando unas pocas suyas, o los que se arrepienten nada más haberlas escrito y las destruyen.
Esta es la mejor terapia para uno mismo, sin duda, de las más especiales.

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