lunes, 11 de octubre de 2010

HOY


Puedo decirlo bien alto, hoy me adoro.
Hoy si bailo es mejor que nadie, hoy si escucho música es la mejor creada, si me maquillo es con las mejores manos, y en el espejo veo a la mejor de las mejores.
Hoy si canto me sueno bien, y si me visto fatal no pasa nada, hoy si camino rompo el propio suelo, y si hablo son verdades como templos.
Hoy si me acuesto no me duermo, no se debe consentir tal desaprovecho, si me levanto es de un salto, y no vuelvo, pues no, hoy no tengo sueño.
Hoy no conozco la palabra miedo, hoy no quiero inseguridades, yo misma sé que con mi ayer, ya tuve bastante.
Hoy de nuevo me adoro, hoy no tengo suficiente.
Hoy pido más de lo que merezco, y me revelo contra todo y contra todos.
Hoy es mi día, y a nadie más le pertenece.
Hoy mi ego sobrepasa los límites de lo permitido, hoy solo me doy por satisfecha con tenerlo todo. Hoy seré insufrible conmigo misma, egoísta, narcisista.
Ese Hoy se manifiesta en sueños, y esa “yo”, nunca existe ni existió.

domingo, 10 de octubre de 2010

apagón

No hace falta que diga nada, de nuevo ha llegado más tarde de lo normal.
“Me pidieron el favor y…”
Hace rato que apagué el libro que leo todas las noches, y cerré la luz de nuestro cuarto, ya no sé ni lo que digo.
Volví a preparar comida de más, volví a decorar mi cuerpo, por si alguien quería ya no solo contemplarlo, sino venerarlo.
De nuevo me até unas horas al teléfono, aunque no con quien desearía, odio volver tan pronto a casa, esta soledad.
Noto cómo el lado derecho del colchón se hunde, aunque solo noto la presencia, porque desde ese momento, no se sabe más.
Paso por alto mi propia expresión, suerte que “cerré” la luz, de ser de otra manera, me vería en el espejo de enfrente a mí misma, con los carrillos empapados, y ya se suman casi mil noches.
No destacaré los detalles de sus explicaciones anteriores, otros días, hace mucho tiempo. A menudo sabía que su compañero se encontraba de vacaciones, o de baja, y sin embargo, parecía ser la causa de sus retrasos, qué descaro.
Paso minutos, algunas veces horas con los ojos abiertos como platos, solo veo el reflejo de su contorno, la pesadez de su silueta.
Odio esos momentos, la noche se había convertido en mi peor enemigo.
Y qué triste era aquello, cuantísimos amantes desearían poder gozar de noches sin final, y él me tenía justo a su lado, y lo peor no es que no valorara mi cuerpo, tampoco a la mujer que lo poseía.
Pudieron pasar mil, pero creo que ni una más.
Ya apagué mis ojos esa noche, y ya preparada, cerré mi maleta bajo esa estúpida cama…

sábado, 9 de octubre de 2010

imagina


Pensar que él esperaría dentro era un aliciente, un aliciente extremadamente excitante.
Podía quitar el hipo a cualquiera, y ella sabía que sería para ella… como si solo fuese a ocurrir esa vez.
No hacía falta hablar, mirarse fue suficiente, lo demás ya vino solo.
Obviamente ya se había despojado de todo aquello que no la dejara ver ni actuar, por dentro y por fuera, sentía ese impulso casi primitivo.
Como era de esperar, no hizo falta más.
Hacía tiempo que todo lo relacionado con él se había vuelto intensamente erótico, aunque solo se tratase de algo que él había tocado, o lugares donde él había estado, todo ello hacía despertar en ella algo mucho más que deseo, y estaba dispuesta a demostrarlo.
Pronto se encontró posando las manos en los cristales, el agua caía suavemente, y se había olvidado todo lo demás, ciertamente, así era.
El sumidero no realizaba bien su función, creándose una balsa que además de espuma, podría jurar que lo saturaba también la propia situación, repleta de pasión, impulsos, sumisión, agotamiento, deseo de más, y más, y más.
Ayudaba a guiar sus manos, y escuchaba como él aceptaba esto. Le encantaba.
No se podría decir más, o sí, claro que sí, pero es mejor que no se plasme, solo de pensarlo...

viernes, 8 de octubre de 2010

moñosidad

De repente se había dado cuenta.
Segundos después de haber escuchado, minutos después de haber colgado el teléfono y horas después de haberse estado acordando de ella.
No quería aquello, de eso estaba seguro.
Echaría de menos esa mirada, echaría en falta esa voz, recordaría a todas horas su presencia, sus abrazos o cualquier muestra de cariño de la que ya había disfrutado, que eran muchas, y que habían creado una irracional adicción.
Era especial, no existía algo más verdadero, y no existía algo más inútil, porque ya, ya daba igual, aunque no dejaría que fuera así, no, no.

Estupidez

Encima había amanecido gris, estupendo, una razón más para quedarme tumbado en la cama bajo 15 kg de mantas, menuda tentación.
Hoy no quería conversaciones, ni fabricar bromitas de corta periodicidad, ni saludos efusivos, ni vestir colores alegres o de forma llamativa.
Tampoco me apetecía hablar con nadie, directamente, y menos con aquellas personas que suelen conseguir que el día no parezca gris, sino beige (siempre me ha gustado mucho menos, es como la degradación del marrón, igual que ocurre con el gris y el negro, y a decir verdad, ese me gusta mucho más).
Además había dormido demasiado, y me encontraba en un estado de aletargo mezclado con algo de pasotismo y un poco de apatía realmente repugnante.
Pero ¡oye! siempre acabo sonriendo, y lo peor es que no de manera hipócrita, sino que disfruto haciéndolo, acabo olvidando todo aquello que me pueda “deprimir”, acabo pasando de todo, siendo estúpidamente feliz y dedicando estupideces a la gente, a quienes parece hacerles estúpidamente felices esas estupideces.
Y de pronto me encuentro en un estado de estupidez continuo.
Pero bueno, ni el día ha sido tan gris porque no me ha dado la gana, ni me he “deprimido” tanto como pensaba, no hay razones para ello, y mi estúpido día ha sido gratificante, al contrario de lo que prometía ser.
Es lo mismo, mañana volveré a hacer estúpido todo, la rutina a veces te cura, aunque solo sea temporalmente.